La capacidad de una madre de vincularse
afectivamente con su hijo tiene orígenes
ancestrales. Este proceso innato, propio de
mamíferos, puede ser alterado negativamente
dependiendo de factores ambientales, de la madre
y del recién nacido.
El nacimiento de un bebé
suele ser un instante colmado de alegría
y satisfacción, sin embargo, cuando el
bebé expresa una diferencia visible que
escapa a la normalidad, se rompe inevitablemente
el proceso de vinculación afectiva que
la naturaleza había previsto. Esta situación
se intensifica especialmente frente a las discapacidades
visibles como ocurre con el Síndrome
de Down, pues la presión del medio por
falta de preparación del equipo de salud,
los prejuicios personales y la condición
de salud del niño, sólo dificultan
el apego y la vinculación afectiva madre-hijo.
Ello se refleja a futuro en abandono, maltrato
y discriminación.
El equipo de salud
perinatal debe elaborar anticipadamente estrategias
que faciliten y refuercen, al momento del diagnóstico,
el apego y la vinculación afectiva, especialmente
luego del parto. Es fundamental cuidar el lenguaje
empleado, la información entregada y
respetar las etapas emocionales por las cuales
atraviesan los padres, cuando su bebé
nace visiblemente distinto de los demás,
pues ello influye inevitablemente en la capacidad
de integrar social y emocionalmente su hijo
a la familia y la sociedad.
Palabras claves: Síndrome de Down, vinculación afectiva, apego. ( bonding, attachment). |