Introducción
El éxito del
tratamiento de la sepsis neonatal requiere del reconocimiento
precoz de la infección, de una terapia antimicrobiana
apropiada y de un soporte respiratorio, quirúrgico
y cardiovascular agresivo. Sumado al manejo convencional,
se han descrito varias terapias coadyuvantes en la
sepsis neonatal. Éstas incluyen el uso de inmunoglobulina
inmune endovenosa, transfusión de neutrófilos,
exsanguineotransfusión, plasmaféresis,
bloqueadores de endo/exotoxinas, bloqueadores de la
cascada séptica y fármacos que disminuyen
el daño tisular, entre otros. Este artículo
intentará abordar las evidencias actuales que
apoyan o desmienten el uso de estas terapias en neonatos.
Importancia
y epidemiología de la sepsis
A
pesar de los avances en terapia antibiótica,
de las medidas de soporte y del conocimiento de los
factores de riesgo infeccioso, la sepsis sigue siendo
causa importante y quizás inaceptablemente
alta de mortalidad y morbilidad en las unidades neonatales.
La sepsis de inicio temprano o perinatal afecta a
1-2 de 1000 recién nacidos de término
y llega a afectar hasta 19 de 1000 prematuros menores
de 1000 grs. La sepsis tardía o intrahospitalaria
a su vez afecta a un 2 a 5% de todos los recién
nacidos hospitalizados y hasta un 15% de los RN ingresados
en la UTI por más de 48 horas. Los prematuros
son los más afectados, desarrollando sepsis
nosocomial un 25-50% de los menores de 29 semanas
y un 50 a 80% de los menores de 25 semanas. Por otra
parte, las tasas de mortalidad en recién nacidos
son aún tan altas como un 30% a 50% (1, 2,
3, 4)
Definiciones
Se
define a la sepsis como la respuesta inflamatoria
sistémica frente a la infección. La
enfermedad y sus secuelas se manifiestan como estadios
progresivos de un mismo proceso en la cual esta respuesta
sistémica puede generar una reacción
inflamatoria generalizada en órganos distantes
a la lesión inicial y eventualmente inducir
disfunción multiorgánica (5).
En 1992 una conferencia
de expertos planteó un nuevo conjunto de definiciones
para la sepsis y cuadros similares (infección,
bacteremia, hipotensión, síndrome séptico,
sepsis, shock séptico y falla multiorgánica),
acuñándose también el término
de Síndrome de Respuesta Inflamatoria Sistémica
(SIRS). El SIRS se define como la respuesta clínica
frente a insultos no específicos. En esta Conferencia
se definió la sepsis como el SIRS con infección
comprobada. Un hecho importante de esta nueva terminología
es que reconoce el rol fundamental que la inflamación
sistémica juega en la sepsis, aceptando que
las manifestaciones clínicas no están
causadas solamente por factores relacionados a la
patogenicidad microbiana. Implica una modificación
conceptual en la evaluación de los pacientes
críticos con infección, un cambio de
perspectiva y no una nueva entidad clínica.
La identificación
de un cuadro de SIRS no confirma el diagnóstico
de infección o sepsis, dado que puede producirse
en otras situaciones clínicas no infecciosas
como pancreatitis aguda, politraumatismos, grandes
quemaduras o postoperatorio de cirugía mayor.
El Consenso definió
sepsis severa como al cuadro séptico al que
se le agrega una disfunción orgánica,
hipoperfusión y/o hipotensión arterial
y definió además el shock séptico
como al cuadro de sepsis severa con hipotensión
arterial que no responde a expansión adecuada
con líquidos. A la secuela del cuadro de SIRS-Sepsis
se la denominó Síndrome de Disfunción
Orgánica Múltiple (MODS). Entendemos
disfunción como la imposibilidad de mantener
la homeostasis sin intervención terapéutica.
Debe quedar claro que el MODS es la evolución
continua de la inflamación sistémica
a la sepsis, el shock séptico y la disfunción
orgánica. Tendremos que acostumbrarnos a usar
más esta clasificación en nuestras unidades
neonatales.
Factores de
Riesgo en el Recién Nacido
El
riesgo de desarrollar sepsis se debe en parte a la
mayor vulnerabilidad de las barreras naturales y en
parte al compromiso del sistema inmune:
- La transferencia placentaria materna de IgG al feto
recién comienza a las 32 semanas de gestación.
- IgA secretora
está muy disminuida tanto en los pulmones como
en el sistema gastrointestinal. Además las
barreras físicas naturales son inmaduras, especialmente
piel, cordón umbilical, pulmón e intestino.
- Hay una disminución
de la actividad de la vía alterna del complemento
(C3). Existe una deficiencia en la opsonización
de los gérmenes con cápsula polisacárida.
- Rápido
agotamiento de los depósitos de neutrófilos
maduros medulares cuando hay exposición a una
infección. Estos neutrófilos tienen
menor capacidad de adherencia y fagocitosis y menor
capacidad bactericida.
- La inmunidad
mediada por linfocito T helper y linfocito natural
killer está alterada y la memoria inmunológica
es deficiente.
- A mayor prematuridad
hay más inmadurez inmunológica y mayor
frecuencia de infecciones.
Fisiología
de la inflamación
La
inflamación es una respuesta rápida,
humoral y celular amplificada. Las citokinas son los
mensajeros fisiológicos de la respuesta inflamatoria.
Son pequeñas moléculas proteicas o glicoproteicas
cuya función fundamental es intervenir en la
transmisión de información (señales)
de una célula a otra. Se unen a receptores
específicos de sus células blanco, provocando
en estas células modificaciones que llevan
a la síntesis y liberación de mediadores
secundarios. En el proceso séptico inducen
la liberación de otras citokinas, óxido
nítrico (NO) o metabolitos del ácido
araquidónico (prostaglandinas y leukotrienos).
Su efecto se ejerce fundamentalmente sobre las células
que rodean a la célula emisora (efecto paracrino).
Las principales citokinas proinflamatorias son el
factor de necrosis tumoral (TNF-a), las interleukinas
(IL-1b, IL-6 e IL-8) y los interferones. La infección
es el mayor estímulo para la liberación
de citokinas por la acción de moléculas
bacterianas, como la endotoxina (LPS), que son reconocidas
por células del sistema inmune innato.
Los polimorfonucleares,
monocitos - macrófagos y las células
endoteliales son los efectores celulares de la respuesta
inflamatoria. La activación leucocitaria lleva
a la agregación de leucocitos en la microcirculación
con liberación de mediadores. Las células
endoteliales, expuestas a este medio de factores humorales
y leucocitarios, también se activan y comienza
la expresión de diversas moléculas de
adhesión y receptores en su superficie que
favorecen el paso de polimorfonucleares a los tejidos
injuriados junto con la síntesis y secreción
de citokinas y otros mediadores inflamatorios secundarios
como las prostaglandinas, leucotrienos, tromboxanos,
factor activador de plaquetas (PAF), radicales libres
de oxígeno, óxido nítrico (NO)
y proteasas. Muchos de estos mediadores secundarios
son producidos también por los leucocitos.
Las células endoteliales activadas y el incremento
de citokinas en el medio activan la cascada de la
coagulación provocando fenómenos trombóticos
locales.
En la mayoría
de los casos, el efecto benéfico de los mediadores
proinflamatorios supera sus efectos negativos. Eliminan
los tejidos dañados, promueven el crecimiento
de los tejidos y combaten organismos patógenos,
células neoplásicas y antígenos
extraños. Para evitar que esos mediadores desarrollen
efectos nocivos por sobrestimulación, el organismo
rápidamente desarrolla una respuesta antinflamatoria.
En esta reacción compensatoria intervienen
citokinas antinflamatorias, como las interleukinas
4 (IL-4), 10 (IL-10) y 11 (IL-11), receptores solubles
y antagonistas de receptores. Su efecto es menos conocido
que el de los mediadores proinflamatorios, pero parece
que alteran la función de los monocitos y reducen
la capacidad de las células de producir citokinas
proinflamatorias.
Otro componente fundamental
del sistema es el endotelio. Normalmente las células
endoteliales expresan un fenotipo anticoagulante,
anti-adhesión celular y vasodilatador. Cuando
son activadas, como en la inflamación, expresan
propiedades procoagulantes y pro-adhesión celular.
En ocasiones la homeostasis
no se restablece, iniciándose una respuesta
sistémica masiva. El efecto de las citokinas
se transforma en deletéreo y los mediadores
inflamatorios disparan distintas cascadas con activación
sostenida del sistema reticuloendotelial, pérdida
de la integridad microvascular y disfunción
de órganos distantes del sitio de la injuria
inicial.
Las fuerzas antagónicas
entre la inflamación y la antiinflamación
pueden tender a un estado de equilibrio o desequilibrio.
El desequilibrio con un mayor insulto inflamatorio
produce un estado de shock profundo, con gran mortalidad,
que se presenta en forma fulminante, ej: sepsis por
meningococo. El predominio de la antiinflamación,
lleva al paciente luego de los primeros días
de la sepsis a un estado de anergia o “parálisis
inmunológica”. Esta situación
define un cuadro llamado, en inglés, compensatory
antiinflammatory response syndrome (CARS), que explica
el aumento de sobreinfecciones, como las producidas
por catéteres o heridas.
Fisiopatología
de la sepsis y el shock séptico en neonatos
En
los últimos años se han ampliado de
manera impresionante los conocimientos sobre la fisiopatología
de la sepsis en neonatos. Hoy se sabe que el fenómeno
de cascada séptica, que lleva a la falla orgánica
múltiple, se debe más a una inadecuada
respuesta autoinmunitaria que al daño tisular
directo de la bacteria.
Como se mencionó,
la evidencia clínica y experimental indica
que la fisiopatología de esta reacción
inflamatoria es mediada por citoquinas que aparecen
en la circulación sistémica. Esta evidencia
se desprende de tres elementos esenciales:
- Existe un incremento
de las citoquinas plasmáticas en todos los
síndromes sépticos.
- La infusión
endovenosa de citoquinas resulta en un estado similar
al séptico.
- Los bloqueadores
de citoquinas abortan algunos de los efectos fisiológicos
de la sepsis.
Aunque muchas citoquinas
juegan un posible rol en la patogénesis y todas
estas han sido aisladas y caracterizadas, sólo
cuatro citoquinas tienen un rol clínicamente
importante: factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa),
interleuquina 1 beta, IL-6 e IL-8. Estas citoquinas
se secretan secuencialmente en los modelos experimentales
de sepsis. Además se encuentran en estos modelos
moléculas naturales y específicas que
neutralizan las citoquinas, que se dividen en receptores
solubles y antagonistas de receptores. La interacción
entre estas citoquinas y las moléculas neutralizantes
se cree define la presentación clínica
y el pronóstico de la reacción séptica.
La endotoxina de los
gram-negativos, que entra a la circulación
sistémica, es el principal inductor primario
de la reacción séptica, pero en los
recién nacidos los gérmenes causales
de la sepsis son gram-positivos y sus exotoxinas.
A diferencia de adultos
y niños mayores, en los que coexisten y se
superponen dos fenómenos hemodinámicos
llamados shock frío y shock caliente, los recién
nacidos sépticos se presentan clínicamente
más parecidos al shock frío, con disminución
del gasto cardíaco, mal perfundidos, vaso contraídos
e hipotensos, agregándose además un
fenómeno de aumento de la resistencia vascular
pulmonar, que deriva en hipertensión pulmonar.
Esto probablemente tenga relación, en el recién
nacido, con inhibición del factor de relajación
del endotelio (óxido nítrico) y con
un importante aumento del tromboxano A2, ampliamente
demostrado en modelos animales.
Uso de terapias
inmunes en la sepsis del neonato
Probablemente
ningún aspecto de la sepsis neonatal ha sido
tan estudiado y controversial como la utilización
de terapias que interfieran o bloqueen la cascada
infamatoria sistémica de la sepsis. A pesar
de la aparición de múltiples terapias
en modelos experimentales en animales -tanto de uso
profiláctico como terapéutico- con resultados
alentadores, no existe una correlación satisfactoria
con estudios clínicos en seres humanos. Además
la mayoría se realiza en adultos y niños,
existiendo muy pocos estudios randomizados en recién
nacidos.
Técnicas de biología
molecular han permitido desarrollar citoquinas recombinantes,
anticuerpos específicos con alta afinidad y
receptores de citoquinas que se transfectan como vectores
en modelos experimentales. Las estrategias para bloquear
las citoquinas incluyen moléculas neutralizantes
que se unen a las citoquinas y bloqueo de los receptores
donde interactúan las citoquinas en el órgano
blanco. Los posibles sitios de intervención
en la cascada séptica incluyen los siguientes:
- Bloqueadores
de la endotoxina y la exotoxina.
- Bloqueadores
de mediadores próximos: IL-1b y TNF-alfa.
- Bloqueadores
de otras citoquinas pro-inflamatorias, inducidas por
mediadores próximos: IL-6, TX, PAF, IL-8, interferón
gamma, leucotrienos, eucosanoides, fibrinolíticos,
etc.
- Citoquinas antiinflamatorias:
IL-10. IL-4.
- Factores de
crecimiento del sistema inmune: G-CSF y GM-CSF.
- Uso de transfusiones
de neutrófilos para potenciar respuesta celular
del huésped.
- Uso de inmunoglobulinas
exógenas para potenciar defensa humoral del
huésped.
- Fármacos
que disminuyan el daño en el órgano
blanco. antioxidantes, inhibidores de radicales libres
y de proteasas, inhibidores del óxido nítrico.
- Fármacos
antinflamatorios generales (corticoides, pentoxifilina,
etc.) y antinflamatorios específicos (linfocitos
Th1/Th2).
- Remoción
de citoquinas de la circulación: exsanguíneo-transfusión,
hemofiltración, plasmaféresis.
Estrategias
para bloquear endotoxinas
Como se dijo, la liberación
bacteriana de la endotoxina (cápsula lipopolisacárida)
es el fenómeno más proximal de la cascada
séptica, y su infusión puede remedar
todos los fenómenos presentes en la sepsis.
Se han desarrollado anticuerpos contra la endotoxina
(LPS) y su principal componente, el Lípido
A, por ingeniería genética (Anticuerpos
monoclonales) y otros murinos. Las aproximaciones
iniciales estaban dirigidas a bloquear el LPS con
antisuero de E. coli (Anticuerpos policlonales humanos
J5). Estudios iniciales mostraron reducción
de la mortalidad en adultos con bacteremia por Gram-negativos,
lo que no se confirmó en estudios posteriores
(17, 18). Dos anticuerpos monoclonales tipo IgM han
sido ampliamente estudiados. Dos estudios grandes
con E5 (compuesto murino) no mostraron mejorar la
sobrevida en septicemia por gram-negativos. Otros
extensos estudios con un anticuerpo humano contra
la endotoxina (HA-1A) mostraron resultados contradictorios.
Mientras que en el estudio inicial no se mostró
beneficio en reducir la mortalidad global en pacientes
con sepsis, cuando se analizó el subgrupo con
hemocultivos positivos a gram-negativos hubo una significativa
reducción de la mortalidad. Pero en 1993 se
suspendió un estudio con este anticuerpo (HA-1A)
porque el grupo con sepsis no tratada tenía
una mayor mortalidad que el grupo de tratamiento cuando
la sepsis no era por gram-negativos. No se encontró
respuesta a esta situación y se abandonó
(19).
Otras aproximaciones
potenciales son: bloquear el LPS con neutralizantes
endógenos o naturales (proteínas catiónicas-CAP-7
y 18 y la proteína que aumenta la permeabilidad-BPI),
bloquear la interacción del LPS con su receptor
celular (CD14) y utilizar agonistas del lípido
A que compiten con el receptor. Ninguna de estas terapias
se ha probado en recién nacidos (16).
Estrategias
para bloquear citoquinas
El
TNF-alfa y la IL-1 son considerados los principales
mediadores proximales de la sepsis porque sus niveles
plasmáticos se elevan tempranamente en el curso
del síndrome séptico. Su infusión
provoca fiebre, catabolismo, síntesis hepática
de reactantes de fase aguda, hipotensión y
taquicardia, además de una disminución
transitoria de los granulocitos. El incremento del
TNF se ha asociado a mayor mortalidad (10-14).
Dos ensayos en adultos
con anticuerpos monoclonales contra TNF-alfa no mostraron
beneficio en pacientes sépticos con o sin shock.
Otros dos estudios, más recientes, también
en un pequeño número de adultos, usando
anticuerpos monoclonales de la fracción F(ab’)2
del anticuerpo contra TNF-alfa (altamente específicos),
mostraron reducción de la mortalidad cuando
se usaba la IL-6 como marcador de sepsis grave (13,15).
También se han ensayado receptores solubles
de superficie para TNF, sin resultados (15).
La pentoxifilina, una
xantina con efecto inhibitorio de TNF-alfa en monocitos/macrófagos
(inhibidor de fosfodiesterasa), ha demostrado reducir
el riesgo de sepsis tardía (mayor a 7 días)
en neonatos prematuros en dos estudios randomizados
de uso profiláctico, sin efectos adversos demostrables.
Faltan estudios con mayor número de pacientes
para tener una conclusión (22).
El uso de anticuerpos
monoclonales contra IL-6 y de INF gamma no ha mostrado
beneficios en los estudios realizados (15).
Otras anticitoquinas
naturales como TNF soluble y el anticuerpo IL-1ra,
mostraron efectos beneficiosos en animales, pero en
un gran estudio en adultos no se demostró beneficio
en reducir mortalidad (20).
El uso de citoquinas
antiinflamatorias como la IL-10 se ha usado en modelos
animales con resultados promisorios por su efecto
inmunomodulador, pero aún no hay ensayos publicados
en recién nacidos o niños (20).
Los antagonistas de
la PAF reducen la mortalidad en modelos de ovejas
y en al menos un estudio en adultos con sepsis por
Gram-negativos. También falta evaluación
en neonatos o niños (20).
La sepsis neonatal habitualmente
se asocia a coagulación intravascular diseminada
por estimulación de la cascada fibrinolítica.
El uso de antitrombina III, heparina y plasma fresco
congelado ha mostrado ser beneficioso en adultos,
pero sus efectos en RN no están corroborados.
Antiinflamatorios
generales
El
rol de inhibidores de prostaglandinas, leucotrienos
y tromboxanos como tratamiento de la sepsis aún
no está establecido
Los corticoides han
sido ensayados en la sepsis desde 1951. Su utilidad
se discute en varios meta-análisis recientes
en niños con sepsis (más de 40 estudios).
De los 10 estudios bien realizados sólo uno
mostró beneficios, por lo tanto se concluye
que los corticoides no reducen la mortalidad (26).
No hay meta-análisis de estudios con corticoides
en recién nacidos y no deben usarse por los
importantes efectos adversos, excepto quizás
en la insuficiencia suprarrenal demostrada.
La adición de
glutamina como suplemento nutricional demostró
reducir la sepsis nosocomial en prematuros con aporte
vía enteral, pero otro estudio también
controlado y randomizado con aporte parenteral no
mostró reducción del riesgo.
Inmunoglobulinas
en pacientes con sepsis
Los
niveles de inmunoglobulinas en el prematuro son un
40% de los del recién nacido de término.
Aparentemente hay una inmadurez de los linfocitos
B, de las células plasmáticas secretoras
de inmunoglobulinas y de los linfocitos T facilitadores
(helper). Además los anticuerpos tipo-específicos
de la cápsula polisacárida son deficientes,
lo que hace atractivo el uso exógeno de gammaglobulina
hiperinmune. Se han realizado múltiples estudios
en recién nacidos pretérmino para prevención
de sepsis. La administración de inmunoglobulina
humana intravenosa en recién nacidos como profilaxis
demostró, en un completo y reciente meta-análisis,
una pequeña pero significativa reducción
en la incidencia de sepsis (reduce la aparición
de sepsis en un 6%), pero ¿justifica el costo?
(25).
Sin embargo, aún
faltan estudios que demuestren que el uso de inmunoglobulina
-tanto en prematuros como en recién nacido
de término- como terapia en sepsis demostrada,
reduzca la mortalidad, por lo que no se puede recomendar
el uso rutinario como tratamiento de un recién
nacido séptico (pocos estudios, resultados
heterogéneos). Pero la discusión persiste
dado el efecto positivo en algunos de estos estudios
bien realizados (25). Además se han desarrollado
anticuerpos monoclonales específicos para Estreptococo
grupo B y para Epstein Barr virus, con buenos resultados
preeliminares.
Factores
estimulantes de colonias y transfusiones de granulocitos
La
tendencia del neonato séptico a la neutropenia
y a la depleción de los depósitos medulares
de neutrófilos, hace atractivo el uso de transfusiones
de células blancas y de factores estimulantes
de colonias de granulocitos y de granulocito-macrófagos.
Los factores estimulantes de colonias de granulocitos
y de granulocito-macrófagos son citoquinas
naturales que estimulan la producción y la
acción antibacteriana de los neutrófilos.
Su uso en sepsis es discutible ya que tres estudios
bien realizados, con 359 neonatos como profilaxis
y 7 estudios en sepsis sospechada con 257 pacientes,
no mostraron para ninguna de las dos citoquinas una
reducción en la incidencia ni en la mortalidad
por sepsis (24). Ambas incrementan significativamente
los recuentos de neutrófilos sin efectos adversos
demostrables y se deben usar para tratamiento de la
neutropenia severa (RAN <1000) debido a hipertensión
arterial materna o secundaria a neutropenias congénitas,
pero su uso en sepsis no está aún respaldado
como para recomendar su uso.
Tampoco hay evidencias
concluyentes respecto al uso de transfusiones de granulocitos
en neonatos sépticos como tratamiento de rutina.
Cuatro pequeños estudios randomizados y controlados,
pero muy heterogéneos, en un meta-análisis
no mostraron diferencias respecto al grupo control
en reducir morbilidad ni mortalidad por sepsis (RR
0.89, 95% CI 0,43-1,86) (23). En este mismo análisis,
cuando se comparó transfusiones de granulocitos
con inmunoglobulina, se demostró una reducción
marginal de la mortalidad (RR 0.06, 95% CI 00-1,04,
con NNT 2.7, 95% CI 1,6-9,1).
Hemofiltración,
plasmaféresis y exsanguíneo-transfusión
La
remoción de mediadores proinflamatorios por
diferentes técnicas extracorpóreas,
como la hemofiltración continua, hemodiafiltración,
hemodiálisis, plasmaféresis, o exanguinotransfusión,
tiene efecto sobre la mortalidad de pacientes adultos
con sepsis o shock séptico. La hemofiltración
elimina por convección moléculas de
pequeño tamaño del tipo 30 kD. El balance
teórico que produce la HF entre los mediadores
inflamatorios y antiinflamatorios es desconocido,
dado que no todas las moléculas se depuran
por igual. Su rol en el recién nacido no está
demostrado. La exanguinotransfusión es un método
que elimina gran cantidad de mediadores en un período
de tiempo corto, al igual que la plasmaféresis,
por lo que ha sido reportada como de utilidad en algunos
casos de shock. Estas técnicas no alteran el
balance pro-antiinflamatorio ya que eliminan todas
las moléculas en un período corto de
tiempo, pero su aplicación en un recién
nacido enfermo (séptico) tiene alta mortalidad
y no debe intentarse hasta que se concluyan las investigaciones
(20).
Estrategias
de inmunomodulación en el órgano blanco
Existe mucha evidencia
clínica y experimental de la participación
el óxido nítrico (un potente vasodilatador)
en los fenómenos hemodinámicos del shock
séptico (25). Investigaciones en perros tratados
con L-arginina (un inhibidor de la sintetasa del NO),
mostraron buenos resultados iniciales, con una mejoría
de la resistencia vascular pulmonar y del gasto cardíaco,
pero posteriormente se produjo mayor mortalidad tardía,
lo que se repitió en dos pequeños estudios
en adultos. También hay evidencias respecto
al rol de los neutrófilos en el daño
directo tisular por producción de radicales
libres, proteasas y la liberación de lisoenzimas
y oxidantes directamente en el tejido blanco, especialmente
en el tejido endotelial y a nivel alveolar pulmonar.
Estudios que usaron CD18 (potente receptor que promueve
la adherencia de neutrófilos) mostraron reducción
de la mortalidad y del daño tisular en modelos
de conejos. El uso de antioxidantes y de inhibidores
de proteasas se ha intentado con resultados variables
en animales. Ninguna de estas terapias se ha probado
en recién nacidos, pero están en evaluación.
Conclusiones
Hemos
avanzado
notablemente en el conocimiento de la sepsis, pero
la casi total ausencia de estudios en recién
nacidos y los desalentadores resultados en adultos
hacen pensar que aún estamos lejos de una terapia
potente y sustentable como coadyuvante en nuestros
pequeños pacientes.
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