Introducción 
              Las lesiones de  cabeza y cuello son un motivo de consulta frecuente en pediatría. La mayor  parte de ellas corresponde a aumentos de volumen y generalmente con  características de benignidad, relacionadas con infecciones, inflamaciones,  acumulación de líquidos, o tumefacciones. Pese a esto, es importante considerar  siempre una etiología maligna que detectada y manejada precozmente presenta un  buen pronóstico.  
               El cáncer  es la segunda causa de muerte infantil, destacando en frecuencia la leucemia,  los tumores del sistema nervioso central y los linfomas, seguidos por los  tumores sólidos como Tumor de Willms, los de tejidos blandos, los óseos, entre  otros. Se ha estimado que 5-10% de los tumores malignos primarios en niños se  producen en cabeza y cuello. Dentro de estos tumores destaca el rabdomiosarcoma  infantil que representa aproximadamente el 3,5% de los casos de cáncer en niños  de 0 a 14  años de edad y 2% entre adolescentes y adultos jóvenes entre los 15 y los 19  años de edad. 
               Este  artículo es la exposición de un caso clínico  de rabdomiosarcoma infantil cuya forma de presentación puede confundir al  médico general, retardar el diagnóstico y como consecuencia de ello,  comprometer el pronóstico de la enfermedad. 
              Definición 
              El  rabdomiosarcoma es un tumor maligno de tejido blando de origen  musculoesquelético que puede formarse virtualmente en cualquier parte del cuerpo  (1). Es el tumor de partes blandas más frecuente en los niños, con una  incidencia de un 38% en cabeza y cuello. El rabdomiosarcoma más frecuente es el  embrionario y se presenta generalmente en niños menores de 6 seis años de edad.  Por otro lado, el alveolar se observa en niños mayores de 6 años, y representa  alrededor del 20 por ciento de la totalidad de los casos. Se ha demostrado que  en cabeza y cuello el rabdomiosarcoma embrionario es discretamente más  frecuente que el alveolar (2). 
               La mayoría  de los casos se presenta de forma esporádica sin ningún factor de riesgo o de  predisposición reconocible, a pesar que una pequeña porción de estos están  relacionados con factores genéticos. Es una enfermedad curable en la mayoría de  los niños que reciben terapia de modalidad combinada, con una supervivencia de  más del 70% a los 5 años después de realizado el diagnóstico. (3)  
              Presentación  Clínica 
              Los síntomas  y signos son variados, dependiendo del tamaño y la localización del tumor. Así,  los tumores en la nariz o la garganta pueden producir sangrado, congestión,  dificultades en la deglución o problemas neurológicos cuando se extienden hasta  el cerebro. Cuando estos tumores se presentan en los músculos pueden aparecer  como protuberancias dolorosas y a menudo se cree que son lesiones de tipo  benignas. Los síntomas también pueden no manifestarse hasta que el tumor está  muy desarrollado, produciendo un retraso en el diagnóstico y en el tratamiento. 
              Entre los  síntomas y signos más comunes destacan: 
              
                
                  - Tumor o masa visible o palpable, con o sin  dolor
 
                  - Sangrado de la nariz o la garganta. 
 
                  - Parestesias, si  el tumor comprime los nervios del área donde  se sitúa.
 
                  - Una protuberancia en el ojo o ptosis  palpebral, lo que indicaría la presencia de un tumor en el globo ocular.
 
                 
               
              Diagnóstico 
              Los  síntomas del rabdomiosarcoma pueden parecerse a los de otras condiciones o  problemas médicos, por lo que el examen físico y la historia médica completa  son de vital importancia para llegar a un diagnóstico certero y oportuno.  Además, existen métodos de laboratorio que nos sirven para confirmarlo. 
              Para  comenzar el estudio debemos realizar: 
              
                 ·Biopsia del tumor. 
                  ·Análisis de sangre y de orina. 
                  ·Imagenología: La elección del método a utilizar dependerá  de las condiciones clínicas del paciente, la ubicación topográfica del aumento  de volumen, y la información que queramos obtener. Entre ellas destacan:  tomografía axial computarizada, resonancia nuclear magnética (RNM),  radiografía, ecografía y cintigrama óseo. Es interesante destacar el reciente  uso de la RNM en el diagnóstico prenatal del rabdomiosarcoma fetal (4). 
               
               Una vez  confirmado el diagnóstico, se determina la etapa en la que se encuentra la  enfermedad, lo que es fundamental para definir el pronóstico y tratamiento a  seguir.  
               Uno de los  métodos usados para etapificar es el TNM, que se basa en el tamaño y ubicación  del tumor (T), el estado de los nódulos (N) y la presencia o ausencia de metástasis  (M). A través de este sistema se realiza una evaluación de la enfermedad previa  a la cirugía y se la clasifica en una de las cuatro etapas siguientes:  
              
                Etapa I: El tumor se  encuentra en el globo ocular, la cabeza, el cuello o el tracto genitourinario  (excepto la próstata y la vejiga). El tumor está localizado, lo que significa  que no se ha diseminado a otras áreas del cuerpo.  
                  Etapa II: El tumor está  localizado en un área solamente (ninguna de las áreas de la etapa 1), es  pequeño y mide menos de 5 cm.  Las células del tumor no se han diseminado a los ganglios linfáticos  circundantes.  
                  Etapa III: El tumor está  localizado en cualquier área no incluida en la etapa 1, mide más de 5 cm. y puede o no haberse  diseminado a los ganglios linfáticos circundantes.  
                  Etapa IV: El tumor se encuentra  diseminado a otras áreas del cuerpo en el momento del diagnóstico.  
               
              Tratamiento 
              El tratamiento del  rabdomiosarcoma se basa en el control local y a distancia del tumor. Para esto  se necesita un manejo multidisciplinario que incluye cirugía, quimioterapia y  radioterapia (5). El tipo de tratamiento depende de la histología del  
              tumor, de la edad del paciente, la localización, el tamaño y la etapa  preoperatoria (6). En Chile el PINDA (Programa Infantil Nacional de Drogas Antineoplásicas),  siguiendo los protocolos del IRSG (Intergroup Rhabdomyosarcoma Study Group),  está encargado de coordinar el tratamiento de los pacientes.  
              Actualmente  existen 3 pilares en el tratamiento: 
              Cirugía: Extirpación del tumor con bordes libres, tanto como sea posible, sin que la  cirugía sea mutiladora, obteniendo una muestra de los nódulos linfáticos de  drenaje de la zona. Puede  ser necesario realizar varias cirugías dependiendo de la evolución del  paciente.  
              Quimioterapia: su  objetivo es prevenir la diseminación posterior del tumor. Entre los  medicamentos se encuentran: Vincristina, Actinomicina–D, Ciclofosfamida,  Doxorubicina, Melfalán, Ifosfamida, Etopósido y Topotecan. Además puede ser  usado como tratamiento complementario a la cirugía, administrándose por 10 a 12 meses, previo a ésta,  para reducir el tumor. (7). 
              Radioterapia: está  indicada en aproximadamente el 90% de los casos y juega un rol importante en el  control local de la enfermedad y en aumentar la sobrevida. Actualmente  se ha desarrollado la radioterapia conformacional externa, que tiene como  objetivo aumentar las dosis de irradiación al tejido tumoral, disminuyéndola a  los tejidos sanos, para evitar efectos secundarios no deseados como  alteraciones en el crecimiento y desarrollo y el riesgo potencial de formación  de neoplasia secundaria, que tiene la radioterapia convencional. Los pacientes  libres de evento a 5 años varían de 36% cuando se usa una técnica de  radioterapia convencional a 71% cuando se usa una técnica conformacional (8). En  términos de sobrevida global a 5 años, ésta es de 55% y 74%, respectivamente. 
              Pronóstico 
              El  pronóstico para un niño o adolescente con rabdomiosarcoma se relaciona con lo  avanzado de la enfermedad, tamaño y ubicación del tumor, presencia y número de  metástasis, respuesta del tumor a la terapia, edad y estado general de salud  del paciente y el grado e histología del tumor (9). Estudios han demostrado que  la sobrevida a cinco años es mayor en niños entre 1-4 años, cuando la  enfermedad es localizada y tiene histología embrionaria. Por el contrario un  peor pronóstico se asocia a tumores diagnosticados adolescencia, tipo  histológico alveolar, el mayor tiempo de enfermedad y a la presencia de  metástasis. (10) 
              
              La  atención médica precoz y una terapia intensa contribuyen a un mejor pronóstico.  Una vez realizado el diagnóstico, el seguimiento continuo es esencial. Un  paciente que sobrevive a un rabdomiosarcoma puede presentar evidencias de los  efectos secundarios de la radioterapia y la quimioterapia. Además  se debe tener presente que es posible la recidiva. 
              Caso  Clínico 
              Paciente de 14 años, sexo masculino, consulta a  odontólogo por cuadro de aproximadamente un mes de evolución, caracterizado por  aumento de volumen leve en la mejilla derecha asociado a dolor (Figuras 1 y 2).  El especialista diagnostica cuadro de origen infeccioso e indica tratamiento  antibiótico. El menor consulta nuevamente 2 semanas después por aumento  progresivo de volumen, intensificación del dolor y sangrado. Además se agrega  lesión de tipo excrecente en la zona (Figura 3) por lo que el odontólogo decide  realizar una biopsia por punción, la cual revela la presencia de células  neoplásicas malignas.  
              El  paciente es derivado a un Servicio de Oncología donde se realiza biopsia  quirúrgica que demuestra la presencia de un rabdomiosarcoma. La ubicación de la  lesión, en cara, hace necesaria la reducción de la masa mediante quimioterapia,  previo a la extirpación quirúrgica para disminuir la agresividad de la cirugía. 
              Discusión 
              El cáncer  en niños es una patología poco frecuente, sin embargo, es un diagnóstico  diferencial que siempre debe ser considerado ya que la presentación clínica  puede ser similar a una patología benigna, y su detección precoz y manejo  oportuno le otorga un pronóstico favorable.  
              Conclusión 
              Las causas  de muerte pediátrica en nuestro país corresponden en primer lugar a los  accidentes y en segundo al cáncer, por lo tanto es una patología que debe estar  siempre presente en la sospecha diagnóstica. La leucemia ocupa el primer lugar,  seguida por tumores sólidos entre los que el rabdomiosarcoma se presenta con  una de las mayores frecuencias. 
              El rabdomiosarcoma representa un tercio de los  tumores malignos de cabeza y cuello por lo que se debe tener presente si al  examen físico nos encontramos frente a una masa tumoral fija, lobulada e  irregular.  
              Referencias 
              
                - Breitfeld P., Meyer W.  Rhabdomyosarcoma: new windows of opportunity. Oncologist. 2005 Aug;  10(7): 518-27. [Citado 1 de abril 2006] Disponible en Internet  http://theoncologist.alphamedpress.org/cgi/content/full/10/7/518
 
                - Hicks J., Flaitz C. Rhabdomyosarcoma of the head and neck in children. Oral  Oncol. 2002 Jul; 38(5): 450-9.
 
                - Stevens M. Treatment for childhood rhabdomyosarcoma: the cost of cure. Lancet  Oncol. 2005 Feb; 6(2): 77-84. 
 
                - O'Callaghan M., House M., Ebay S., Bhadelia R. Rhabdomyoma of the head  and neck demonstrated by prenatal magnetic resonance imaging. J Comput Assist  Tomogr. 2005 Jan-Feb; 29(1): 130-2.
 
                - Schouwenburg P., Kupperman D., Bakker F., Blank L., de Boer HB, Voute T.  New combined treatment of surgery, radiotherapy, and reconstruction in head and  neck rhabdomyosarcoma in children: the AMORE protocol. Head Neck. 1998 Jul;  20(4): 283-92.
 
                - Morikawa Y. Childhood rhabdomyosarcoma.  Nippon  Geka Gakkai Zasshi. 2005 Jul; 106(7): 431-6.
 
                - Stevens M., Rey A., Bouvet N., Ellershaw C., Flamant F., Habrand J.,  Marsden B., Martelli H., Sanchez de Toledo J., Spicer R., Spooner D.,  Terrier-Lacombe M., van Unnik A., Oberlin O. Treatment of nonmetastatic rhabdomyosarcoma  in childhood and adolescence: third study of the International Society of  Paediatric Oncology--SIOP Malignant Mesenchymal Tumor 89. J Clin Oncol. 2005  Apr 20; 23(12): 2586-7.
 
                - Wolden L., Wexler L., Kraus D., Laquaglia M., Lis E., Meyers P. Intensity-modulated  radiotherapy for head-and-neck rhabdomyosarcoma. Int J Radiat Oncol Biol Phys.  2005 Oct 1; 63(2): 647-8; author reply 648-9.
 
                - Simon J., Paulino A., Smith R., Buatti J. Prognostic factors in head and  neck rhabdomyosarcoma. Head Neck. 2003. May; 25(5):  416-7.
 
                - Punyko J., Mertens A., Baker K., Ness K., Robison  L., Gurney J. Long-term survival probabilities for childhood rhabdomyosarcoma.  A population-based evaluation. Cancer. 2005 Apr 1; 103(7): 1475-83. 
 
                                |