Volumen 13 número 1 - Abril 2016
ISSN 0718-0918
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Editorial

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COMO ES YA TRADICIÓN EN NUESTRA REVISTA, INCLUÍMOS COMO EDITORIAL 
EL DISCURSO DE DESPEDIDA DE NUESTROS EGRESADOS DE LOS PROGRAMAS DE FORMACIÓN

Ceremonia de Graduación Especialistas 2016

Muy buenos días, Señor Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Dr. Manuel Kukuljan, Directora del Hospital Roberto del Río, Dra. Ana Marcela Cárdenas, Autoridades del Hospital Roberto del Río, Autoridades, académicos y Becarios del Departamento de Pediatría y Cirugía Infantil – Norte, familiares y amigos.

Esta mañana nos hemos reunido para celebrar el egreso de especialistas y sub especialistas de treinta médicos, que como fruto del trabajo, la determinación y el carácter que distingue a quienes eligen la medicina como profesión, culminan su período de formación en el Departamento de Pediatría y Cirugía Infantil Norte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile cuyo corazón habita en el Hospital Roberto del Río.  No es sorpresa entonces que para Ustedes, queridos Becarios, sea hoy un día más que especial que no solo los colma de alegría y orgullo sino que además simboliza un cambio en la ruta de su travesía profesional, porque sin excluir el enorme esfuerzo que les ha significado el período de formación, es preciso recordarles que son ustedes privilegiados por conseguir un nivel de educación muy superior al que la mayoría de nuestros compatriotas aspiran o acceden. Esta es una distinción que les exigirá ser generosos y conscientes de la responsabilidad que reviste vuestra labor de hoy en adelante, tomando en cuenta que Chile necesita especialistas…Chile los necesita. Ustedes tienen en sus manos la salud de nuestros niños chilenos.

A través de vuestra formación, nuestro Departamento cumple íntegramente con la misión que ha hecho propia desde hace casi un siglo y hasta la actualidad ya que sigue entregando médicos de excelencia, haciéndose parte de los acuerdos del convenio marco de colaboración entre la Universidad de Chile, universidad pública al servicio del país, y el Ministerio de Salud, en la tarea preeminente de promover la formación de especialistas que Chile requiere, especialmente en los rincones más remotos de nuestro territorio. Algunos de quienes hoy se reciben vinieron desde esos distantes lugares, incluso más allá de nuestras fronteras, buscando desarrollarse como especialistas con la misión de volver ya formados a su región, y cubrir las necesidades de salud específicas. Debieron trasladarse, contando con la generosa abnegación de sus familias que junto a ustedes se hicieron parte de la quijotada. Ahora regresan a su tierra de origen con un flamante título y algunos con más hijos que los que trajeron. Varios de ustedes irán a cumplir su compromiso a ciudades que pueden serles ajenas. No vean esto como destierro ni como una expiación sino como otra oportunidad. Ya abrazaron la de realizar una especialización. Vayan ahora por las demás. Consolidar la descentralización de los servicios de salud en Chile, asumir y ejercer el rol de líderes, guías, agentes protectores y promovedores de la normalidad infantil, capaces también de transformar la enfermedad en salud.  La práctica de la medicina debería hacerse siempre en condiciones ideales, pero aceptemos que en muchos de nuestros centros hospitalarios especialmente en los de provincias, esto no es ni medianamente alcanzable, al menos por el momento. Pero sabemos que un buen médico sigue siéndolo aún si los recursos son limitados. El médico recibe a la persona que acude a él en busca de ayuda y al que le entrega toda su confianza y a veces pone en sus manos hasta su vida. Y ese es el compromiso “a fuego” que han hecho ustedes con los niños de nuestro país.

La Escuela de Postgrado, en la senda de la innovación promovida por la Facultad de Medicina y siguiendo con el enfoque colaborativo para la formación de especialistas, ha otorgado becas en el campo de la docencia. A través de ellas se abren espacios para que los médicos jóvenes se integren precozmente a la tarea de la enseñanza y así resguardar y asegurar la persistencia de nuestros programa de educación médica continua al servicio de la formación en pre y post grado, de acuerdo al pensamiento de nuestros legendarios maestros, generosos en la entrega no solo de sus conocimientos sino también como una fuente inagotable de ejemplos virtuosos que hasta hoy nos acompañan para ser transmitidos a las generaciones de educandos que como ustedes, nos escogen para especializarse. De manera que este año, hemos ganado para Nuestro Departamento y nuestro Hospital Roberto del Río, una nueva especialista, pediatra, que se une a la tarea importante y muchas veces dificultosa de combinar la atención de pacientes con la enseñanza de nuevos profesionales de la salud. En nombre del Departamento le damos la bienvenida a la Dra. Marcela Zúñiga Contreras y, al mismo tiempo, agradecemos a la dirección de Nuestra Facultad y de la Escuela de Postgrado por concebir esta ingeniosa forma de intercambio y renovación paulatina del Cuerpo Docente. Con esta perspectiva es posible fortalecer y ojalá perpetuar el espíritu académico que nos convoca, traspasándolo conscientemente dentro de la cotidianeidad de nuestro quehacer, desde los profesionales más experimentados a los más jóvenes en quienes confiamos para avanzar en el perfeccionamiento de las nuevas modalidades pedagógicas para la educación médica.

Necesitamos la incorporación de académicos que contribuyan a acompañar y guiar a nuestros alumnos de pre y postgrado en el aprendizaje del arte clínico como elemento esencial de la medicina, al cual siempre debe estar supeditada la tecnología. Cada vez es más difícil hacer frente a la incontrolable aparición de más y más avances tecnológicos que abruman y engañan a los jóvenes estudiantes conduciéndolos hacia la subutilización de la semiología y al uso excesivo de nuevas pruebas diagnósticas. El abuso de la tecnología se ha posicionado como una importante causa de morbimortalidad en el mundo y tenemos fe en que la férrea formación académica que les ha sido entregada en estos años sean el escudo que contribuya a que cumplan con el ejercicio correcto de la medicina infantil.

Todos somos responsables de que la medicina esté siendo considerada como símbolo del bienestar económico, desvinculándola del carácter de apostolado que siempre ha tenido. Lo que no es verdad, ya que gran parte de lo que hacemos quienes trabajamos para la salud pública es de suyo una labor solidaria, ungida por nuestra gran vocación de servicio al prójimo. Si alguien duda de eso basta saber que Daniel, Nathalia, Verónica, Licarrallén y Andrés, que hoy se titulan como Pediatras, vinieron desde la sacrificada actividad de la atención primaria a la que durante muchísimos años se han entregado con generosidad y empeño.  No se dejen desviar de nuestros orígenes como médicos, de la filosofía que guió a la profesión desde la antigüedad. Ustedes prestarán servicio a niños enfermos y a sus padres y hermanos que tampoco se sentirán sanos si uno de sus miembros no lo está. Háganles presente toda su humanidad, su comprensión y la seguridad de que pueden confiar en ustedes. Siempre procuren darse el tiempo para escuchar al enfermo afligido, y aunque los embargue la preocupación al enfrentar patologías complicadas o intervenciones quirúrgicas complejas de incierta evolución, no olviden que actuamos por y para los niños y sus padres. Transmitan esperanza, alegría y sonrían, sonrían y sonrían, una sonrisa cada 6 u 8 horas, en algunas ocasiones, puede ser el mejor analgésico antinflamatorio.

Ustedes jóvenes especialistas, llevan marcado el sello, la impronta del espíritu que es propio de los médicos que hemos sido formados y ejercemos dentro del inextinguible y luminoso círculo formado entre la Universidad de Chile y el Hospital Roberto del Río. Estamos seguros de que han adquirido el nivel académico de excelencia, el espíritu de servicio, pensamiento crítico y la percepción de la realidad humana, que les permitirán sobresalir en los distintos centros asistenciales donde quiera que ejerzan para dar la mejor salud a los niños chilenos. Porque a pesar de la proliferación de facultades de medicina y programas ofrecidos, estamos convencidos de que Ustedes, Mónica, Carlos, Mario, Catalina, Matías, Lorena, Enid, Sergio, Mª Ignacia, Carolina, Marcela, Daniel, Nathalia, Verónica, Licarrallén y Andrés egresan hoy los siendo los mejores pediatras. Y ustedes, Daniela, Mariana, Gustavo y Paola egresan hoy los siendo los mejores neuropediatras. Y que mis queridas Mª Alejandra, Mª José y Loreto egresan hoy siendo las mejores cirujanas infantiles. Gabriel y Christian, los mejores cardiólogos. Pamela y Omar los mejores Broncopulmonares. Andrea egresa hoy como la mejor hemato-oncóloga. Pietro y Yuri, los mejores intensivistas pediátricos, porque todos han sido formados en la mejor universidad y en el mejor Hospital pediátrico del país; la Universidad de Chile y el Hospital Roberto del Río. Un prestigio histórico y bien ganado, al que jamás nos veremos en la obligación de renunciar si mantenemos en alto nuestro propósito común, la excelencia.

En cada actividad asistencial y en cada señal de humanidad que tengan con sus pacientes y las familias de ellos revelarán la imagen y la identidad de nuestras instituciones, simbolizando el pasado, el presente y el futuro de su casa de estudios. Nos hemos esforzado y seguiremos haciéndolo por beneficiar la relación que como docentes tenemos con ustedes porque creemos que sus maestros también podemos ser sus amigos. Aquellos con quienes, sobre la base de la tolerancia y cortesía mutuas, sea fructífero discutir, discrepar y dudar, con la seguridad de que contarán para eso con nuestro respaldo académico. Los alentamos a que perseveren en el estudio y en la búsqueda de ese perfeccionamiento tan esquivo que cuando parece al alcance de nuestra mano, se encarga de hacernos ver que no era suficiente para enfrentar a “ese” paciente.

Para hacer frente a esa situación, que segura y lamentablemente será más de alguna, nunca sobra mencionar no solo a ustedes que hoy se titulan sino a todos quienes somos médicos, que es justo en esos casos cuando cobra relevancia recordar que ante todo y por sobre cualquier especialidad somos médicos generales, que debemos tener un conocimiento excelente de las ciencias básicas, precisamente para ser los mejores especialistas, aquellos que desde la perspectiva integral escuchan, examinan y protegen a los niños que son nuestros pacientes, tal y como ellos esperan y merecen ser acogidos.

Han aprendido también que no siempre es posible curar por completo las enfermedades pero siempre está a nuestro alcance dar esperanza al paciente que sufre una enfermedad crónica y desde luego, dar apoyo a su familia. Es nuestra obligación demostrarle que el dolor puede ser también una oportunidad para renacer y que siempre contarán con ustedes, jóvenes médicos expertos, para aprender que aún en medio de una enfermedad se puede vivir bien.

Los frutos de Nuestro Departamento son ustedes, nuestros médicos residentes, que representan el esfuerzo y dedicación de médicos de reconocida trayectoria en el campo asistencial y docente dentro de las especialidades pediátricas, comprometidos desinteresadamente con vuestro aprendizaje. Aprovecho de felicitar y agradecer a todos los Jefes de Programas, coordinadores y académicos del Departamento  y médicos del Hospital Roberto del Río, por el extraordinario resultado que vemos hoy plasmado en quienes hoy son ya pediatras, cirujanos infantiles, neuropediatras, cardiólogos, broncopulmonares, hémato-oncólogos e intensivistas. Y a ustedes, queridos nuevos especialistas y también a sus familias, padres, hermanos, esposos, hijos que hoy los acompañan, les deseamos éxito, felicidad y recuerden que pueden volver cuando lo necesiten o deseen. Siempre serán recibidos con alegría. Por último, les regalo una frase que no es pero me habría encantado que fuera mía, “vayan donde vayan, no olviden llevar su corazón con ustedes”.

Un gran abrazo, muchas gracias.

Dra. Carmen Gloria Rostion A.
Editora