Introducción 
              La  American Burn Association describe que las quemaduras son responsables de  40.000 ingresos hospitalarios al año, un tercio de ellos son niños (1). Los  menores de 5 años presentan con mayor frecuencia quemaduras por escaldaduras,  aun en tiempos de pandemia por COVID 19, vivir en áreas de ingreso bajos y  hacinamiento son un factor de riesgo para presentar quemaduras (2–4).  
               El  tipo de quemadura va a depender de que la produce y se clasificará según el  nivel de afectación de la piel, según el tipo existe la lesión térmica o por  fuego la cual es la más frecuente en mayores de 5 años, la lesión por  escaldadura que se produce por contacto con líquidos calientes, la lesión por  contacto se da producto del contacto con materiales sólidos fríos o calientes,  las lesiones química: secundario a contacto  con sustancias químicas nocivas, quemaduras eléctricas las cuales son  infrecuentes y se dan por transmisión de corriente eléctrica a través de los  tejidos, también existen lesiones por explosión que son lesiones térmicas con  lesiones traumáticas concomitantes. 
               Por  otra parte, se tiene la clasificación según la profundidad de la quemadura como  se muestra en la figura 1 (5–7).  
              Figura  1. Adaptado de: Josefina María Cabanela López, Jonatan Miguel Carrera, Martina  López Peón, Quemaduras, FISTERRA, Elsevier 2018.  
                
               Aunque  en la práctica clínica existen varias clasificaciones como la mencionada  anteriormente, se recomienda tener presente por su valor clínico la establecida  por Benaim, quien las clasifica según la profundidad en tres tipos diferentes,  de acuerdo con la estructura histológica comprometida, es decir: Quemadura tipo  A o superficial, quemadura tipo AB o intermedia y quemadura tipo B o profunda. 
              Resultados  y discusión 
               Fisiopatología 
               La  relación de la respuesta fisiológica a la quemadura depende de la extensión, a  mayor extensión se da mayor mortalidad relacionado con la respuesta fisiológica  y con complicaciones posteriores. Para adultos hasta los 65 años el límite de  esta respuesta fisiológica es del 20% de superficie corporal total (SCT),  mientras que en población pediátrica es del 30% de la SCT (8). Pero Kraft y  colaboradores (9) establecen que un tamaño de 60% de la SCT es el umbral  crucial para la morbimortalidad por quemadura, diferente al estudio anterior  que referenciaba que el compromiso alrededor de 40% de la SCT significaba una  mayor morbimortalidad en niños realizado por Ryan y col. (10). Esto puede ser  secundario a la mejora del manejo integral multidisciplinarios de hoy (10 -11). 
               Las  lesiones por inhalación son un término utilizado para referirse al daño del  tracto respiratorio o parénquima pulmonar por lesión térmica directa o  irritantes químicos que causan daño tisular o efectos sistémicos por las  toxinas inhaladas, este tipo de lesiones requieren diagnóstico temprano dada su  asociación con alta mortalidad y su gravedad depende de la composición de los  agentes inhalados, la intensidad a la exposición y las comorbilidades  preexistente en el paciente, además en la edad pediátrica los órganos y sistema  se encuentran en etapa de desarrollo y tanto su anatomía como fisiología son  inmaduras, por esto los pacientes con estas lesiones se encuentran en condición  crítica con alto riesgo de síndrome de dificultad respiratoria aguda (12,13).  El hipermetabolismo es un efecto que altera la tasa metabólica, secundario en  el paciente quemado a la lesión térmica, retrasa la cicatrización de heridas,  pérdida de masa corporal magra, produce regulación positiva de catecolaminas,  el cortisol y el glucagón, con aumento en el consumo de oxígeno, gasto  energético, proteólisis, lipólisis y glucogenólisis e inmunosupresión (14). 
               La  piel es la barrera de transferencia de energía a tejidos más profundos, cuando  se produce una lesión por quemadura esta área superficial se divide en tres  zonas, de coagulación, zona de estasis y zona de hiperemia (figura 2). Un área  necrótica denominada zona de coagulación, este daño es irreversible y el área  alrededor   tiene un grado moderado de  lesión la cual se denomina zona de estasis, esta puede llegar a ser zona de  necrosis por coagulación y la última zona la hiperemia, se caracteriza por  vasodilatación secundaria a la inflamación que rodea la quemadura (5). 
               Figura  2. Adaptado de: Jeschke MG, Herndon DN. Capítulo 19 - Quemaduras [Internet].  20th Editi. Sabiston. Tratado de cirugía. Elsevier España-2020. 505–531 p.  Available from: http://dx.doi.org/10.1016/B978-84-9113-132-8/00019-6 
                
               En  los estados de quemaduras severas de gran extensión se ha encontrado afectación  sistémica con manifestaciones como; la resistencia a la insulina, alteración  del metabolismo de los lípidos con aumento de los triglicéridos, esto se  explica por aumento de la tasa metabólica en quemaduras de gran extensión.  También se relaciona con el catabolismo masivo de proteínas y afectación en la  función y estructura de las proteínas hepáticas. En este estado hipermetabólico  hay una respuesta por mediadores inflamatorios como, el factor estimulante de  colonias de granulocitos, IL-8 e IL-10, produciendo estrés oxidativo y  alteración hormonal de la termorregulación hipotalámica y la sensibilidad a la  insulina (9). 
               En  las lesiones por inhalación, los productos irritantes se depositan en las vías  respiratorias,  combinándose las  secreciones acuosas de la mucosa con estos irritantes, produciendo una  respuesta inicial por lesión directa del epitelio respiratorio y también por  lesión térmica directa, esta respuesta incluye hiperemia, edema, alteración del  aclaramiento ciliar y broncoconstricción, provocadas por el acumulo de células  inflamatoria y el inicio de la cascada inflamatoria que exacerba y mantiene el  daño tisular. El edema es el resultado de un aumento del flujo de líquido  transvascular en los lechos vasculares, además de la activación del complemento  que produce activación de histamina provocando la formación de xantina oxidasa  que contribuye a la formación de ácido úrico por descomposición de las purinas,  liberando especies reactivas de oxígeno y con el óxido nítrico forman especies  reactivas de nitrógeno que aumentan el edema de la zona quemada y la presión  microvascular y su permeabilidad. También por liberación de especies reactivas  de oxígeno y nitrógeno se daña el ADN, activando el factor nuclear y por la  hipoxia se da una mayor vasoconstricción pulmonar. La liberación de las  especies reactivas de oxígeno y nitrógeno causan perdida de esta  vasoconstricción llevando a mayor alteración ventilación/perfusión y como  consecuencia disminución de la saturación de oxígeno. La respuesta inflamatoria  de algunas células polimorfonucleares a nivel pulmonar pueden liberarse a la  circulación sistémica y ser transportadas a otros órganos, promoviendo el daño  a nivel multiorgánico (12,15). 
               El  edema masivo de la orofaringe por alteración en la ecuación de Starling, se da  por aumento de la presión hidrostática microvascular y una disminución de la  presión hidrostática intersticial   con  ampliación de la presión  oncótica intersticial, por lo cual el aumento de solución cristaloide en el  manejo disminuye la presión oncótica plasmática aunque también aumenta el  coeficiente de filtración por esto, se ha sugerido también la reanimación con  líquidos como los coloides, con el fin de prevenir parte de este edema y  reducir el volumen de líquidos necesarios para la reanimación (15). 
               En  los estados hipermetabólicos existen dos respuestas: la respuesta inicial a las  quemaduras esta se da en los primeros tres días después de la quemadura,  dándose una disminución en la perfusión tisular y una disminución temporal en  la tasa metabólica posterior; y la segunda fase se caracteriza por aumento del  flujo hipermetabólico, con aumento de la perfusión de los tejidos  superficiales, del estrés adrenérgico, de aumento en niveles de  glucocorticoides y de citocinas inflamatorias (16).  
              Diagnostico 
               La  evaluación inicial del paciente quemado se debe garantizar en el momento que  sea retirado de la fuente causal de la quemadura y retirar objetos como ropa,  joyas y descartar traumatismo. Se recomienda sobre verter agua fría sobre las  quemaduras, aunque hay discrepancia en la literatura ya que algunos no  recomiendan esta práctica con el fin de prevenir la hipotermia, lo que se debe  realizar es cubrir al paciente con una sábana o manta limpia e irrigar agua  solo si, la quemadura es por una sustancia química durante mínimo treinta  minutos (14,17–19). En el examen físico si se encuentra taquipnea, estridor y  ronquera son indicadores de un estrechamiento inminente de las vías  respiratorias debido a una lesión por inhalación o edema, ante esta situación  se debe solicitar gases arteriales y carboxihemoglobina, además se recomienda  tomar una vía arterial para controlar la presión arterial siendo la vía femoral  la más confiable, garantizar un catéter urinario para controlar el balance  hidrico con el fin de evaluar la reanimación hídrica y sonda nasogástrica en  pacientes con quemaduras graves por riesgo de íleo gástrico (14). 
               En  los niños se debe realizar la medición de la superficie quemada con fórmula de  Berkow (5).  (figura 3). Mientras que en  los adultos el volumen sanguíneo normal es de 70 ml / kg, a diferencia de los  niños la perdida de líquidos es mayor por lo cual la regla de los nueves solo  debe ser evaluada en adultos y adolescentes ya que en un niño la volemia es de  80 ml / kg de peso corporal y en los recién nacidos de 85 a 90 ml / kg (14).  
              Figura  3: Adaptado de: Royal Hospital for Sick Children, Edinburgh  
                
               Las  lesiones por inhalación se deben sospechar cuando un paciente es expuesto a  humo en un área cerrada, cuando tenga signos de quemadura facial, broncorrea,  disfagia, esputo hollín, estridor, sibilantes o estertores y se confirma con  broncoscopia, estos paciente usualmente cursan con inestabilidad hemodinámica,  requiriendo aumento en el manejo de líquidos, inicialmente puede que no se  evidencia la lesión parenquimatosa ni alteración en el intercambio gaseoso pero  estas lesiones conllevaran a ello, también a neumonía, síndrome de dificultad  respiratoria aguda y según su severidad conllevara a insuficiencia  multiorgánica (12)  
               La  tasa de infección es similar a otros grupos de pacientes inmunosuprimidos y si  se presenta sepsis se puede aumentar la morbimortalidad, por lo cual las  unidades deben tener programas de vigilancia de infección dado su riesgo por el  efecto inmunosupresor de las quemaduras asociado a la pérdida de las barreras  físicas y dispositivos invasivos. La anticipación del diagnóstico de infección  y terapia adecuada cambia el pronóstico del paciente con quemadura  (20). 
              Tratamiento  
               La  calidad de la terapia recibida en estos pacientes juega un papel importante  para la supervivencia, en este momento el tratamiento se centra en tres  aspectos claves: en la atención primaria donde se estabilizará al paciente,  reanimación, evaluación de quemaduras y necesidad de fasciotomía, descartar o  definir quemaduras por inhalación, en segundo lugar se encuentra lo relacionado  con el cuidado de las heridas, incluyendo el control de infecciones,  mantenimiento de la función de los órgano y atenuar el hipermetabolismo (8,21).  Y la tercera fase va dirigida a controlar el hipermetabolismo persistente y  rehabilitación del paciente.  
               Otro  punto importante es la modulación del dolor, se pueden utilizar opioides de  acción corta y acción prolongada como metadona, ketamina, agentes de acción  central como gabapentina, medicamentos antiinflamatorios no esteroideos,  ansiolíticos y antidepresivos. No descuidar el uso de ansiolíticos y la  analgesia particularmente durante los cambios de apósito para heridas, además  del apoyo psicológico, ayudando al manejo de la ansiedad ya que se relaciona de  manera directa con el dolor y técnicas de manejo no farmacológico para la  distracción de los niños, como juegos tecnológicos (realidad virtual) masajes,  hipnosis y acupuntura son algunas opciones (8,22,23-30).  
               Una  parte esencial del manejo inicial es el manejo de los líquidos esta mantiene la  perfusión orgánica en el momento del choque por quemadura con restauración del  volumen intravascular, una de los métodos más utilizados es la fórmula de  Parkland durante las primeras 24 horas (4 ml / kg de peso corporal y porcentaje  del área de superficie corporal total quemado), aunque ha sido reportado que la  estimaciones pueden no ser las correctas cuando se tratan de pacientes con  quemaduras grandes y profundas, por lo cual existen otras opciones como Brooke  modificada 1,5 ml / kg /% del área de superficie corporal total quemada de  cristaloides y 0,5 ml / kg /% del área de SCT quemada de coloide (6,8,24,25). 
               Cuando  se produce una reanimación insuficiente se presenta una disfunción orgánica  múltiple y  muerte; aunque una excesiva  reanimación hídrica provoca un desplazamiento o fuga de líquidos que puede  provocar complicaciones como edema pulmonar, derrame pleural y/o pericárdico,  síndromes compartimentales, especialmente a nivel abdominal y conversión de  quemaduras a heridas más profunda, lo anterior puede llevar a síndrome de  dificultad respiratoria aguda, neumonía, infecciones del torrente sanguíneo,  insuficiencia orgánica múltiple y muerte   (26–28).  Para evitar lo anterior  se deben buscar indicadores de éxito durante el   monitoreo del paciente, tradicionalmente, el principal es la producción  de orina (0.5–1 ml / kg de peso corporal / h), presión arterial media mayor de  65mmHg, otras utilizadas son: el exceso de base, concentración de lactato y  evaluar la perfusión aunque no siempre son precisos (8,24). 
               Otras  medidas para evaluar la perfusión mediante la monitorización de parámetros  hemodinámicos y volumétricos después de quemaduras graves son algunas técnicas  invasivas como los catéteres de arteria pulmonar midiendo de forma directa la  presión venosa central, presión de oclusión capilar pulmonar, el gasto  cardiaco, el índice de resistencia vascular sistémica, la entrega y el consumo  de oxígeno, pero se ha asociado con muchos más riesgos que beneficios en su  uso. Otras medidas recomendadas, mínimamente invasiva son prometedoras, pero  aún los marcadores fisiológicos clínicos son el estándar de oro, por lo cual  estas técnicas se deben individualizar en su uso, algunas  de estas son: catéteres con dilución térmica  como; PICCO por sus siglas en inglés, (Pulsion Medical Systems, Munich,  Germany) conservando monitorización hemodinámica avanzada sin necesidad de ser  tan invasivo además de utilizar termo dilución transpulmonar (29–31). 
               Sobre  el líquido utilizado en la reanimación, está la comparación de líquidos  cristaloides con el uso de coloides en el uso diario del ejercicio médico, pero  no hay un estudio que compare su efectividad de alguno sobre el otro en la  reanimación hídrica por quemaduras, lo que se observa es que se utiliza  cristaloide con mayor frecuencia y solo se administra coloides como método de  rescate y como métodos para evitar desplazamiento de líquidos al tercer espacio  vascular (28,32,33). Es necesario la monitorización de electrolitos dentro de  los cuales esta principalmente el sodio dado que en menores de un año puede  requerir mayor reposición por perdidas de este por orina, también el potasio,  ya que su disminución debe ser manejada con fosfato de potasio oral dado que  estos pacientes también presentan hipofosfatemia (14). 
               En  el manejo de los pacientes con quemaduras por inhalación no hay intervenciones  específicas, solo si las partículas inhaladas son cianuro y monóxido. Por lo  tanto usualmente se maneja medidas de soporte como aumentar los líquidos en 50%  de los requerimientos en la reanimación hídrica broncodilatadores como el  salbutamol, heparina nebulizada, acetilcisteína nebulizada y adrenalina  racémica; el uso de corticoide es contraindicado aunque ayuda en la disminución  del edema de mucosa y reducción del broncoespasmo (12,34). Se recomienda  manejar parámetros ventilatorios protectores, una ventilación mecánica  volúmenes tidal bajo, FiO2 dinámico para mantener PaO2 80 y 100 mm Hg, extubar  al paciente lo antes posible y considerar ventilación no invasiva, otro método  para ventilación puede ser la ventilación de alta frecuencia. Estas opciones  para garantizar una ventilación adecuada, si no se logra en quemaduras severa,  se debe realizar una escarotomía del tórax para mejorar la ventilación.  La necesidad de traqueostomía se ha indicado  con mayor frecuencia en los pacientes quemados cuando necesitan ventilación  mecánica prolongada (6,12,14,35). La oxigenación por membrana extracorpórea  (ECMO) se ha considerado como apoyo en casos de pacientes con insuficiencia  respiratoria refractaria al manejo convencional (36). 
               En  el tratamiento del hipermetabolismo se han usado fármacos como hormona de  crecimiento humana recombinante, aunque no es confiable en niños, esta aumenta  la concentración de factor de crecimiento similar a la insulina 1, esto  disminuye el gasto energético basal y el gasto cardíaco, esteroides anabólicos  como testosterona y oxandrolona la cual aumenta la síntesis de proteínas  musculares, reduce la pérdida de peso y promueve la cicatrización de heridas,  además de antagonistas adrenérgicos como propanolol que es anticatabólico que  aumenta la masa corporal magra y disminuye la hiperglicemia (8). 
               Otras  medidas que se deben garantizar al paciente con quemadura es evitar la  hipotermia y garantizar una nutrición adecuada, en algunos pacientes se  recomienda que sea temprana hasta dos horas después de la quemadura para así  preservar la integridad de la mucosa intestinal. Las quemaduras deben recibir  una dieta alta en proteínas y calorías para suplementar la respuesta  metabólica. Se pueden utilizar fórmulas como; de Curreri, Mayes o Galveston  evaluando las necesidades calóricas en los pacientes quemados (6,14) 
                El  uso de la nutrición parenteral se debe utilizar de manera prudente, es decir  como segunda opción luego de que no se logra la nutrición enteral, es  recomendada hipocalórica y rica en nitrógeno ya que puede reducir los déficits  de energía y proteínas (37). El aporte de calorías es alrededor de 1,5 veces la  tasa metabólica basal con requerimiento de 3-4 g/kg de proteínas al día.  También es necesario administrar vitaminas, sobre todo las del grupo B,  vitaminas C, A, y zinc (38). Se debe tener presente que la hospitalización en  unidad de cuidado intensivo está asociada a mayor pérdida de masa grasa en extremidades  superiores en niños con quemaduras. Por esto se deben incluir programas de  movilización, incluyendo las extremidades superiores con el fin de  contrarrestar dicho fenómeno y así disminuir complicaciones asociadas (39-40). 
              Conclusiones  
               La  mayoría de las quemaduras en pacientes pediátricos con menores y/o leves, por  lo cual pueden ser manejadas de forma ambulatoria; sin embargo, en quemaduras  graves existen diferencias en la fisiología y psicología de los niños,  requiriendo de experiencia en el cuidado de quemaduras pediátricas con recursos  para la atención interdisciplinaria. Los efectos a largo plazo de las  quemaduras se relacionan más allá de la lesión física y causar consecuencias  psicológicas para el paciente y la familia. Por lo tanto, se recomienda un  manejo integral mediante un equipo multidisciplinario formado por cirujanos de  quemaduras, enfermeras, terapeutas, pediatras, psicólogos y psiquiatras que  ofrecen curación en el entorno agudo y preparan al niño y familiares para  recibir tratamiento y cuidados posteriores. 
              Referencias bibliografícas 
              
                -  Association AB. National Burn  Repository. 2015. http://ameriburn.org/research/burn-dataset/ 
 
                -  King ICC. Body  image in paediatric burns: a review. Burns Trauma. 2018;6(12):2-6.  DOI:10.1186/s41038-018-0114-3
 
                -  Brewster  CT, Choong J, Thomas C et al. Steam inhalation and paediatric burns during the  COVID-19 pandemic. Lancet (London,  England).2020;395(10238):1690.https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31144-2
 
                -  Alemayehu  S, Afera B, Kidanu K, Belete T. Management Outcome of Burn Injury and  Associated Factors among Hospitalized Children at Ayder Referral Hospital,  Tigray, Ethiopia. Int J Pediatr. 2020;2020:9136256. doi: 10.1155/2020/9136256.
 
                -  Jeschke MG,  Herndon DN. Capítulo 19 - Quemaduras [Internet]. 20th Editi. Sabiston. Tratado  de cirugía [Internet]. Elsevier España; S.L.U.; 2020. 505–531  p. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/B978-84-9113-132-8/00019-6
 
                - Dupree  PD, Makley AT, Kagan RJ. Burn and Inhalation Injuries. Fifth Edit. Pediatric  Critical Care [Internet]. Elsevier Inc.; 2017.1582-1595.  http://dx.doi.org/10.1016/B978-0-323-37839-0.00117-1
 
                -  Nymisha Chilukuri. Capitulo  2.Lesiones traumáticas. Quemaduras 22.a ed: Manual Harriet Lane de  pediatría[Internet]. Elsevier España, S.L.U.; 2021. 
 
                -  Jeschke  MG, Herndon DN. Burns in children: standard and new treatments.  Lancet.2014;383(9923):1168-78. doi: 10.1016/S0140-6736(13)61093-4.
 
                -  Grant  GG, Brady KJS, Stoddard FJ, Meyer WJ, et al. Measuring the impact of burn  injury on the parent-reported health outcomes of children 1-to-5 years: Item  pool development for the Preschool1-5 Life Impact Burn Recovery Evaluation  Profile CAT. J Burn Care Res. 2020;30;41(1):84-94. doi: 10.1093/jbcr/irz110 
 
                -  Ryan  CM, Schoenfeld DA, Thorpe WP, Sheridan RL, Cassem EH, Tompkins RG. Objective  estimates of the probability of death from burn injuries. N Engl J Med.  1998;338(6):362–6. doi: 10.1056/NEJM199802053380604.
 
                -  Williams  FN, Herndon DN, Hawkins HK, Lee JO, Cox RA, Kulp GA, et al. The leading causes  of death after burn injury in a single pediatric burn center. Crit Care.  2009;13(6):R183. doi: 10.1186/cc8170.
 
                -  Woodson  LC, Branski LK, Enkhbaatar P, Talon M. 17 - Diagnosis and Treatment of  Inhalation Injury [Internet]. Fifth Edit. Total Burn Care. Elsevier Inc.;  2018.184-194.e3.doi:10.1016/B978-0-323-47661-4.00017-4
 
                -  Guo  GH, Jiang ZY. [Pediatric inhalation injury]. Zhonghua Shao Shang Za Zhi.  2020;36(4):247–51. DOI: 10.3760/cma.j.cn501120-20191002-00393
 
                -  Lopez  ON, Norbury WB, Herndon DN, Lee JO. 35 - Special Considerations of Age: The  Pediatric Burned Patient. Fifth Edit. Total Burn Care. Elsevier Inc.; 2018.  372-380.e2 p.https://doi.org/10.1016/B978-0-323-47661-4.00034-4
 
                -  Enkhbaatar  P, Sousse LE, Cox RA, Herndon DN. 16 - The Pathophysiology of Inhalation Injury  [Internet]. Fifth Edit. Total Burn Care. Elsevier Inc.; 2018. 174-183.e4 p.  https://doi.org/10.1016/B978-0-323-47661-4.00016-2
 
                -  Sommerhalder  C, Blears E, Murton AJ, et al. Current problems in burn hypermetabolism. Curr  Probl Surg. 2020;57(1):100709.doi:10.1016/j.cpsurg.2019.100709.
 
                -  Griffin  BR, Frear CC, Babl F, et al. Cool Running Water First Aid Decreases Skin  Grafting Requirements in Pediatric   Burns: A Cohort Study of Two Thousand Four Hundred Ninety-five Children.  Ann Emerg Med. 2020;75(1):75–85. doi: 10.1016/j.annemergmed.2019.06.028. 
 
                -  Allorto NL. Primary  management of burn injuries: Balancing best practice with pragmatism. S Afr Fam  Pract. 2020;62(1):e1–4. doi: 10.4102/safp.v62i1.5202.
 
                -  Reeves  LK, Savell SC, Maddry JK, et al. Prehospital Life-Saving Interventions  Performed on Pediatric Patients in a Combat   Zone: A Multicenter Prospective Study. Pediatr Crit care Med.  2020;21(7):e407–13. doi: 10.1097/PCC.0000000000002317.
 
                - Sheridan RL.  Sepsis in pediatric burn patients. Pediatr Crit care Med.  2005;6(3):112-9. doi: 10.1097/01.PCC.0000161577.27849.BE.
 
                -  Fairbrother  H, Long M, Haines E. Optimizing emergency management to reduce morbidity and  mortality in pediatric burn  patients.  Pediatr Emerg Med Pract. 2020;17(Suppl 6-2):1–51. PMID: 26011952.
 
                -  Khan  A, Parikh M, Minhajuddin A, Williams T, et al. Opioid prescribing practices in  a pediatric burn tertiary care facility: Is it time  to change? Burns. 2020;46(1):219–24. doi:  10.1016/j.burns.2019.07.016
 
                -  Sofia  J, Ambardekar A. Pediatric burn resuscitation, management, and recovery for the  pediatric  anesthesiologist. Curr Opin  Anaesthesiol. 2020;33(3):360–7. doi: 10.1097/ACO.0000000000000859.
 
                -  Greenhalgh  DG. Burn resuscitation: the results of the ISBI/ABA  survey. Burns. 2010;36(2):176–82. doi: 10.1016/j.burns.2009.09.004.
 
                -  Jullien,  S. Prevention of unintentional injuries in children under five years. BMC  Pediatr,2021;21(1). https://doi.org/10.1186/s12887-021-02517-2
 
                -  Greenhalgh  DG. Burn resuscitation. J Burn care Res .  2007;28(4):555–65. doi: 10.1097/bcr.0b013e318093df01.
 
                -  Klein  MB, Hayden D, Elson C, Nathens AB, Gamelli RL, Gibran NS, et al. The  association between fluid administration and outcome following major burn:  a  multicenter study. Ann Surg.  2007;245(4):622–8. doi: 10.1097/01.sla.0000252572.50684.49.
 
                -  Shah  A, Pedraza I, Mitchell C, Kramer GC. Fluid volumes infused during burn  resuscitation 1980-2015: A quantitative review. Burns. 2020;46(1):52–7. doi:  10.1016/j.burns.2019.11.013
 
                -  Branski  LK, Herndon DN, Byrd JF, Kinsky MP, Lee JO, Fagan SP, et al. Transpulmonary  thermodilution for hemodynamic measurements in severely burned  children. Crit Care. 2011;15(2):R118. doi:  10.1186/cc10147.
 
                -  Salinas J,  Chung KK, Mann EA, Cancio LC, Kramer GC, Serio-Melvin ML, et al. Computerized  decision support system improves fluid resuscitation following severe  burns: an original study. Crit Care Med.  2011;39(9):2031–8. Doi: 10.1097/CCM.0b013e31821cb790
 
                -  Charvillat  O, Plancq M-C, Haraux E, Gouron R, Klein C. Epidemiological analysis of burn  injuries in children during the first COVID-19 lockdown, and a comparison with  the previous five years. Ann Chir Plast Esthét. 2021;66(4):285-90.  https://doi.org/10.1016/j.anplas.2021.06.001
 
                -  Faraklas  I, Lam U, Cochran A, Stoddard G, Saffle J. Colloid normalizes resuscitation  ratio in pediatric burns. J Burn care Res.2011;32(1):91–7. doi:  10.1097/BCR.0b013e318204b379.
 
                -  Müller  Dittrich MH, Brunow de Carvalho W, Lopes Lavado E. Evaluation of the “Early”  Use of Albumin in Children with Extensive Burns: A  Randomized Controlled Trial. Pediatr Crit  care Med  a J Soc Crit Care  Med World Fed Pediatr Intensive Crit Care  Soc. 2016;17(6):e280-6. DOI: 10.1097/pcc.0000000000000728
 
                -  Palmieri  TL, Warner P, Mlcak RP, Sheridan R, Kagan RJ, Herndon DN, et al. Inhalation  injury in children: a 10 year experience at Shriners Hospitals for  Children.J Burn care Res. 2009;30(1):206-8.  doi:10.1097/BCR.0b013e3181923ea4. 
 
                -  Glas  GJ, Horn J, van der Hoeven SM, Hollmann MW, Cleffken B, Colpaert K, et al.  Changes in ventilator settings and ventilation-induced lung injury in burn  patients-A systematic review. Burns.  2020;46(4):762–70. doi: 10.1016/j.burns.2019.05.015.
 
                -  Thompson  KB, Dawoud F, Castle S, Pietsch JB, Danko ME, Bridges BC. Extracorporeal  Membrane Oxygenation Support for Pediatric Burn Patients: Is It Worth  the Risk? Pediatr Crit care Med.  2020;21(5):469–76. doi: 10.1097/PCC.0000000000002269.
 
                -  Myriam Galfo, Andrea De Bellis,  Francesca Melini. Nutritional therapy for burns in children. J Emerg  Crit Care Med 2018;05(12)1-5. http://dx.doi.org/10.21037/jeccm.2018.05.11
 
                -  Antoon AY. Quemaduras [Internet].  21th Edition. Nelson. Tratado de pediatria. Elsevier España, S.L.U.; 2020.  614–623 p. http://dx.doi.org/10.1016/B978-84-9113-684-2/00092-3
 
                -  Cambiaso-Daniel  J, Malagaris I, Rivas E, Hundeshagen G, Voigt CD, Blears E, et al. Body  Composition Changes in Severely Burned Children During ICU Hospitalization.  Pediatr Crit care. 2017;18(12):e598–605.doi:10.1097/PCC.0000000000001347.
 
                - Shah,  Amita R. Liao, Lillian F. Pediatric Burn Care. Clin Plastic Surg. 2017;  44(3):603-610. doi: 10.1016/j.cps.2017.02.017.
 
                |